¿La oración es comunicación con Dios y esta comunicación tiene como fin último un solo fin? Unión. Y nos comunicamos a través del habla, la postura, la expresión, el enfoque, la actividad, la conciencia, la escucha y el SER, todo al mismo tiempo.

Cuando se nos pide que conceptualicemos la oración, muchos de nosotros podríamos sentirnos tentados a pensar en ella como si fuera una llamada telefónica a Dios. Cuanto más avanzamos en la oración llegamos a pensar en el llamado como local y no de larga distancia. Dejamos de preocuparnos por recibir señal de ocupado o dejar un mero buzón de voz. Eventualmente comenzamos a escuchar y no solo a hablar. Por supuesto, cuando nos adentramos en las verdaderas profundidades de la oración, nos damos cuenta de que no hay ningún teléfono y que Dios ha estado sentado a nuestro lado todo el tiempo. Siempre hemos estado en Su presencia.

Las cosas se ven muy diferentes en nuestra vida de oración cuando estamos continuamente conscientes de la presencia activa de Dios en todas las circunstancias y en todo momento. Entonces es cuando entramos en un estado de "orar siempre". Reservar tiempos de oración sigue siendo bueno, pero ya no es tan necesario, ya que estamos en continua conversación. Como dice el Hermano Lorenzo de la Resurrección: "No hay en el mundo un tipo de vida más dulce y deliciosa que la de una conversación continua con Dios; solo aquellos que la practican y la experimentan pueden comprenderla".

Si la oración es comunicación y el objetivo es una relación, piensa en cómo se vería una relación conyugal si apartaras 30 minutos al día para hablar "a" el otro, sin pasar tiempo escuchando y actuando como si ni siquiera existieran. ¿por el resto del dia? En una relación conyugal real, profunda e íntima, siempre estáis pendientes del otro, siempre anticipándoos a las necesidades y deseos del otro, siempre mirándolos, hablándoles y escuchándolos. En la relación esponsal todo se orienta hacia el otro y se comunica con el otro en el amor.

La cercanía y el amor de una relación íntima con Dios marcan la diferencia en la eficacia de la oración misma. Conforma tu propio ser a Dios, pero también afecta la forma en que Dios ahora puede actuar sobre ti, contigo y a través de ti.

Hay una historia en las Vidas de los Padres del Desierto de un trabajador cuyos campos siempre dieron mejores cosechas que los de sus vecinos. Cuando se le preguntó la razón, respondió que siempre tenía cualquier tipo de estación o clima que eligiera. "Nunca deseo otro tipo de clima que no sea el que Dios desea", explicó, "y como deseo todo lo que agrada a Dios, Él también me da la clase de cosecha que me agrada".

El valor de la oración surge principalmente de la profundidad de nuestra relación con Dios, no de lo que "logra". No se trata de "resultados", sino de "Ser". Y los efectos de la oración también se deben a esta relación en sí misma y no a ningún medio o método en particular.

Si queremos ser capaces de ser testigos audaces del espíritu de amor de Cristo en el mundo, lo mejor que podemos hacer es enamorarnos amorosamente, íntimamente, en el presente del Espíritu mismo, quien fácilmente logrará a través de nosotros todo lo que Él desea.


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