"Espera activa". ¿No es un oxímoron? Asociamos la palabra "activo" con movimiento y energía. ¿Y no es "esperar" un término pasivo? ¿Realmente podemos hacer ambas cosas simultáneamente?

Considere la oración de la serenidad:

"Señor, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo y la sabiduría para reconocer la diferencia".

¿Nos desafía a practicar un sano equilibrio de acción? ¿y? contemplación. Pero, ¿cómo discernimos exactamente cuándo dar un paso al frente y cuándo retirarse con cada nueva decisión?

1. Tener una conversación con dios

Vuélvete a Dios primero. No solo porque Dios conoce nuestro funcionamiento interno, tics, deseos y debilidades, sino también porque Dios simplemente "lo entiende". En momentos de difícil discernimiento (tomar decisiones importantes como encontrar un trabajo, comenzar o terminar una relación, mudarse, etc.) podemos quedar atrapados en preguntar a los demás y ser arrastrados en todo tipo de direcciones. Puede resultar confuso con tantas voces, sin embargo, el de Dios es siempre el "más verdadero" y, a menudo, el más silencioso. Dios comprende la incertidumbre, el "sufrimiento" y la incomodidad. A veces puede sentirse como hablar con el aire muerto cuando todo lo que recibimos en respuesta es silencio, pero Dios está ahí y escucha. Sí, incluso en esos momentos de enojo, los momentos tristes y sentimentales, incluso los momentos en los que no tengo palabras para ti ahora mismo. simplemente ofrecérselo a Dios es suficiente. Lo bueno, lo malo y lo feo, Dios puede manejarnos de la mejor manera y de lo peor.

2. ¿Tomar acción?

Ahora que ha tenido su discusión con Dios (ya sea en susurros desesperados o gritos frustrados), es su turno de elegir una dirección y comenzar a moverse. Piensa en lo que quieres. Sí, tienes voz y voto en lo que sucede en tu vida. No puedo contar cuántas veces escuché la frase "Haré lo que Dios quiera que haga". Hay verdad en esto, pero Dios quiere que seamos gozosos y apasionados. Él quiere que sigamos nuestros deseos saludables porque Él los puso allí. Hay muchas formas de agradar a Dios en lo que hacemos. Descubrir tu mejor manera puede requerir un poco de curiosidad, exploración, ensayo y error, discusiones con amigos, lectura, investigación, etc. ¿No te quedes ahí sentado como un bulto en un tronco? ¡hacer algo! Pon las cosas en movimiento. No pienses solo en buscar trabajo: envía currículums. No espere simplemente que surja una conversación difícil: tome la iniciativa y comience a hablar. No se limite a imaginar cómo sería seguir una vocación religiosa: investigue, visite la "comunidad" y vea si encaja bien. No se limite a soñar despierto sobre cómo sería llevar a esa persona a una cita: pregunte. ¿Dios no irrumpirá y hará todo él mismo? necesitamos buscar de buena gana antes de poder encontrar.

3. Mira cómo se desarrollan las cosas

Déjalo ir y mira qué pasa. Esta es la parte en la que la virtud de la paciencia resulta tan difícil. Dale al Espíritu algo de tiempo para trabajar. Descanse tranquilo sabiendo que ha hecho su parte por ahora. Una cosa para recordar: las distracciones no siempre son algo malo. Lleva a un amigo a tomar un café. Mantenga sus manos ocupadas con un pasatiempo. Sal afuera. Ejercicio. Me gusta pensar que Dios no se burlaría de nosotros, que una vez que perdamos algo, no volveremos a encontrar algo así. Si esta oportunidad se escapa, vendrá otra. Será diferente, pero podría ser mejor. Deje espacio para el riesgo y déjese sorprender.

Veo la espera activa como un tango metafórico: ¿se necesita habilidad para ambos para liderar? y seguir. Hay un toma y daca suave pero firme en este pequeño baile. Hay momentos para esperar y momentos para actuar. Encontrar ese equilibrio es parte de la relación entre esperar y actuar. Como el tango, se necesita práctica y una buena pareja. ¡Lo bueno es que Dios te respalda!